lunes, 10 de febrero de 2014

Determinismo

Llevo dos días con ese pensamiento fugaz, que cruza mi mente e inmediatamente después, se desvanece. Desaparece, como si fuera falso, o quisiera ser ignorado. Es simple y lo reprimo rápido. Saltar del puente, que cruzo a diario. Allí, entre las hojas secas, me detengo. ¿Qué se sentirá...? Curiosidad, algo de pánico, cierro los ojos y corro a tierra de nuevo. Al pavimento, donde no puedo aspirar al cielo. Me siento segura, pero ¿por cuánto tiempo? Todo ha cambiado, lo he superado, sonrío y la fotografía me devuelve una cara perfecta. El problema es que ya no es un simple capricho, sino algo más complejo. No es mentirme diciendo que todo es color negro, es saber perfectamente que hay una paleta de colores que se está escondiendo. Es un grito, pero no herido, más bien cansado. No es pesimismo, sino realismo. Adivinar que allí al borde de mis páginas, el final es trágico. Sería cuestión de... adelantarlo. 
(No) 
Un violín chilla en mi cabeza.
Lo mejor está por llegar. Aunque sea un año, un mes, un minuto, un segundo, o menos... En realidad no importa la medida del tiempo. No ahora, aún cuando mis días son cadenas, pupilas blancas, espejo roto, vertebra quebrada. Fui a la psiquiatra, ¿y sabes qué me diagnosticó? Me dijo "depresión" y sólo le sonreí. No es culpa de Edipo, ni mala autoestima ni falta de sexo. Yo tengo un mal que se llama 

DINERO

0 comentarios:

Publicar un comentario