martes, 6 de mayo de 2014

Nívola (carta II)

Me dijiste que querías ser Entropía, así que he decidido que lo seas. Es lo que tienen los escritores: pueden hacer lo que se les dé la gana. Te escribo tras haber leído las cartas de Cortázar a Pizarnik, y las de Rulfo a Clara; te escribo tras haber comprobado que existe el amor escondido entre las cartas, y la poesía, maldita sea. La poesía existe, y esa existencia debería ser suficiente para justificar la vida. Pero también existe la muerte, y es demasiado grande y demasiado fuerte y tú lo sabes porque la has sentido, así como también has sentido la «la lluvia que te cala los huesos después de un concierto» Porque eres sensible, y tienes ojos y corazón abierto, y te prometo que eso no es fácil de encontrar.
Te contaré lo único que sé (que es a la vez, un secreto), que he descubierto en medio de esta tormenta y de mi barco de madera que se quiebra como los truenos en el cielo y en el mar. Me has dicho tantas veces que la vida duele, y creo que eso lo resume todo; sin embargo, sí, creo que se debe ser ciego para no vivirla. Yo quiero escapar, yo pido más, la eternidad es mucho tiempo. Quiero llegar al vacío-jamás con la vida agotada, con las pupilas muertas, los dedos sin palabras, los pulmones sin un sólo respiro que quieran dar. Quiero llegar a la muerte muerta, que no quede nada de mí, y para ese fin hay un sólo camino, lleno de espinas, lleno de rosas. He visto la devastación, y así compruebo de nuevo lo poderosa que es una sonrisa. Ahora te sonrío con la esperanza en los huesos, esperanza de verte, de encontrarte, qué-sé-yo. En realidad ya te encontré en los versos, en todos los versos porque tú eres poesía. Tú y muchas otras cosas serán poesía, caminar y bailar entre la lluvia es exactamente tú. Es difícil, difícil escribir cuando se siente de verdad y explicar eso, el latido acelerado que no quiere detenerse. ¿Me explico? Sé que no, pero quizás puedas leerme entre líneas, y adivinar lo que deseo decirte, que es más o menos que acabo de descubrir que estarás allí donde sea, pase lo que pase. Que quiero que seas lo que tú quieras ser, que te permitas decidir y caminar. Sé que mi carta no se compara en absoluto con las que mencione al principio, pero no es lo que pretendía, aunque sí es un paralelismo inevitable, necesario. Es la única forma de decirte que te quiero, que también te quiero viva, Entropía, que te miro como quien mira la poesía.

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