viernes, 13 de junio de 2014

Buenas noches.

No sé si alguna vez te he contado
de dónde viene el insomnio. 
Como cuando los niños preguntan
«mamá, ¿de dónde venimos?»
(Me alegro que no sea «¿a dónde vamos?») 

El insomnio nace de muchas formas. 
A veces, voluntario, e inducido.
(Una simple taza de café, se compara a toda una noche sin estrellas) 
A veces hacen falta horas en el día, 
(para pensar hay que robarle a la noche) 
aunque con Funes, ha mentido Borges.
No tiene cura. 

Hay otro tipo de insomnio, 
que siempre tienen los poetas falsos. 
Como yo, que escribo mal de cosas verdaderas, 
como otros, que escriben bien de cosas falsas. 
Es por el simple gusto de tener insomnio. 

Y no sé si “vos” alguna vez hayas tenido tanto, tanto insomnio... 
Parece que la luna se ha dormido, 
y hasta los perros quedaron en silencio. 
Parece que el valle apagó sus luces, 
parece que estás sola en el mundo. 
Y ya nada rima, 
ya nada cuadra, 
ya nada tiene sentido. 
No importa.

¿Alguna vez has estado tan sola, a las quién-sabe-qué de la mañana, esperando a que alguien más se despertara? 

«aún» 
Sabes a quién le escribes ésta carta. 
(¿Poema? Lo que sea) 
Sabes qué bien sienta tener a alguien que te cuide de ti misma.
Aunque la nívola... La niebla, tenga otros planes. 
No digas nada. 
Mañana estaré como nueva. 
Es lo que tienen los insomnes. 
Al menos siempre dicen buenas noches.
Aunque la pasen mal. 
Al menos siempre tenemos buenas vidas. 


0 comentarios:

Publicar un comentario