lunes, 23 de junio de 2014

Sudario

En el barco al que subimos, 
la poesía se cayó. 
Demasiada niebla negra
arañaba nuestras velas; 
jadeaba el viento frío 
cuando ella se marchó. 

No sé cúantas lunas conté
cuando la di por muerta, 
A media asta la bandera, 
todas las voces un eco, 
menos del interior. 

Capitán en su camarote.

Cicatrices en la espalda. 
Ebrio bebiendo la nada, 
ebrio solo en la cubierta, 
ahogado en una botella. 

Cielo negro de estrellas, 
de eléctricas tormentas, 
cielo de pérdidas, 
de estrellas muertas.

Y prendemos el sudario.
Adiós, poesía, 
adiós. 

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