sábado, 22 de marzo de 2014

Abajo.

Insulsa flor de fuego que la imaginaria piel te cede.
Olvido de las horas que contemplas mientras duermes.
Esquivo del dolor de cabeza que llamas resaca.
Presencias la huida inesperada de palabras.
Los huesos se deshacen con gracia natural.
Demuestro que la inercia es un estado mental.
Así trotaron los caballos mientras caían en los riscos,
así declaran los jinetes cuando pierden la cabeza.
Una mañana amanece claro y verdadero,
a la noche siguiente me preguntas si estás muerto.
Prendí las últimas campanas ardientes en este hielo.
Y la sangre bailando fue mi consecuencia.
Dime tú, que pareces responderlo todo,
¿en qué verso se refleja mi estado de conciencia?

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